Formas
Que el mundo diga lo que sea cuando quiera, que un árbol no de frutos pero que de sombra para leer, que el me caliente la mañana, que la luna de la madrugada nos encuentre en desvelo, hay paredes que romper y abismos que saltar, las piernas escalando montañas y mis manos sosteniendo cuerdas que se han convertido en hilos, abajo la caída, frente a mi la poesía —¿ cuánto más puede durar un grano de arena en mis palmas abiertas? —, la serenidad y es que jos edificios tienen sesenta y ocho pisos y cada día se le suma uno más; vamos a subirlos, vamos a llegar.
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