Desnúdate que Dante esta aquí.
La desnudé con la mirada
la primera vez que la ví,
imaginé sus pezones en mi boca,
con esa falda que le colgaba hasta las rodillas,
—que hermoso es vivir—
eran las palabras que salían de su boca,
junto con preguntas que no me interesaban contestar
—¿por qué no te dejas llevar?
No le interesa vivir a quien ya está muerto —
aquí vamos otra vez, vamos a arder,
jugando a ser víctima siniestra de la humanidad,
solo buscaba meterme entre sus piernas.
Le parecía dulce ver que estaba hecha nada,
me tomé píldoras para dormir
—otra vez, otra vez, aquí vamos otra vez—
partes de mi cuerpo que había olvidado,
destripame Jack y márchate después,
aquí no hay policías, no hay ley,
Morgana, tus manos llenas de espinas,
clávalas en mis brazos, hazme sangrar
Otra vez.
—¿Van Helsing? Dame esa estaca,
que yo misma le atravesaré el pecho,
ahí está vacío, aquí todos estamos muertos,
si te topas con la melancolía de Nabokov
dile que te cogiste a todas sus Lolitas
y luego las quemaste vivas—
Solo era un sueño, una pesadilla,
despiértame entre tus pechos,
el sonido nostálgico de la guitarra en el fondo
y tus uñas desollandome la espalda,
arrancame la piel, que no quedé nada de mi,
ni el polvo, ni las cenizas,
aquí vamos otra vez,
batería con furia,
suena en el bajo que le sangran los dedos,
estamos en la casa de Dante,
ponte tus mejores pantimedias,
que la desnudez es traje de gala.
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