Cuando Eros intentó advertir a Psyche
He estado por mucho tiempo aquí, no sé cuánto a decir verdad. Corro, vuelo, duermo y me estremezco, aquellas manos suaves y cálidas, miro por la ventana pocas veces al día, la luz del sol me lastima las pupilas. He bebido tres tazas de café y he tomado cinco fotografías, escuché al menos dos veces la misma canción de Elliot, tan adelantando a su tiempo, percibo tristeza en su voz.
Soy un cúmulo de mis letras, mi cerebro tiene vida propia y mi consciencia no es colectiva, aparta mis emociones de condición humana, toca la guitarra más alto, que se escuche ese folk hasta mis huesos, enciende tu cigarrillo, caminemos por la playa esta noche —¿has visto alguna vez una luna roja? — vamos, usa tu vestido color cielo estrellado, toma de mi mano esta flor, toma estas caricias, vamos a casa, ponte mi camisón, bebamos un par de copas, — ¿a cuántas has traído a tu habitación? — entonces mire los árboles, el sonido del viento golpeando, y las ganas de escuchar mi nombre musitado en su voz.
—¿por qué no saltamos de este edificio en llamas?— me pide que nos quedemos un poco más, que lloverá libros, que mi sonrisa es una patada en el estómago, — tu sonrisa, tus ojos, esos grandes ojos me van traspasando— le dije que todos tenemos miedos —hemos compartido historias, quedémonos aquí—, en esta cárcel nadie toca la armónica, la puerta esta abierta, puedes volver cuando la luna este plateada de nuevo, ya no estaré aquí.
Soy un cúmulo de mis letras, mi cerebro tiene vida propia y mi consciencia no es colectiva, aparta mis emociones de condición humana, toca la guitarra más alto, que se escuche ese folk hasta mis huesos, enciende tu cigarrillo, caminemos por la playa esta noche —¿has visto alguna vez una luna roja? — vamos, usa tu vestido color cielo estrellado, toma de mi mano esta flor, toma estas caricias, vamos a casa, ponte mi camisón, bebamos un par de copas, — ¿a cuántas has traído a tu habitación? — entonces mire los árboles, el sonido del viento golpeando, y las ganas de escuchar mi nombre musitado en su voz.
—¿por qué no saltamos de este edificio en llamas?— me pide que nos quedemos un poco más, que lloverá libros, que mi sonrisa es una patada en el estómago, — tu sonrisa, tus ojos, esos grandes ojos me van traspasando— le dije que todos tenemos miedos —hemos compartido historias, quedémonos aquí—, en esta cárcel nadie toca la armónica, la puerta esta abierta, puedes volver cuando la luna este plateada de nuevo, ya no estaré aquí.
Comentarios
Publicar un comentario