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Mostrando entradas de febrero, 2017

Nadie puede verlo desde aquí, que alto está.

Cierro los ojos y te miro, entre cada respiración del intérprete, puedo casi escucharte reír Y bailamos, bailamos una canción, sin importarte de dónde vinimos, me tomas de la mano, Nadie puede verlo desde aquí, campos de girasoles brillando más que el sol, los asteroides que son tus ojos, caen y chocan por toda mi piel, se meten debajo y me haces cosquillas desde adentro, Mis costillas, mi estómago, mi vientre, mi espalda, mis hombros, mi cuello, estás por todo el lugar. Abro los ojos, sigues ahí –¿cómo es que aún sigues aquí? Quédate más, queda mucho por crear— que dulce, hormigas que van caminando por tu vientre, no pican, no muerden, van bailando al ritmo de esta canción, no puedo estar segura si estás en mí o vivimos en ti, Síndrome de Stendhal tus manos entre las mías, Cual obra maestra, Florencia, viajo por continentes en tus labios Y entre sueños, pintamos sin dirección el cielo de la habitación, las líneas de mis manos, mis pies, las escaleras todo me va llevando a ti.

Sonata di luna

El cielo no parece tan azul, ¿están las nubes entre tu sonrisa y tus mejillas? Hay algo que me hace pensar en ti, Mi cabello esta más suave y mis manos más ansiosas de tocarte, Como el salmón, nado contra la corriente, me desangro en el intento de estar bien, Llegaré al otro lado, Si te quedas aquí conmigo no seria tan malo, Mira la yemas de mis dedos, tienen líneas ¿éstas líneas me llevarán hasta ti? Hay un sonido silencioso y gamas de colores en mi cabeza, veinte palabras en el acertijo Laberintos y efecto dómino, Voy cayendo ¿caes? Vamos a permanecer aquí un momento El semáforo aún está en rojo, abre los ojos y lee lo que tengo que decir, escribe palabras con tus dedos en mis hombros. Caminamos por calles y los postes tienen vórtices de luces Ilumina mis venas ¿a dónde nos llevará este túnel? Llegaré al otro lado, Así deba atravesar la oscuridad. Te encuentro ¿vienes por mí? Me buscas—alza tus manos si me ves— Dispara tu risa, matame de una vez Que mis manos se queman de ganas Derri...

Dejemos la ciudad

Dejemos la ciudad, Encontremos un lugar para gritar y ser Los dedos en el aire sin cerrar los puños Sin ira, sin cadenas Dejemos la ciudad, Un lugar que aún seas tú, que nunca deje de ser yo Con poemas en cada pared, cada ladrillo un color Y las hojas caigan en tus cabellos Dibuja con tus pies el pavimento Y baila una dulce canción de primavera Dejemos la tierra, Vamos a pasear por la galaxia Que los pulmones sean cometas Y el corazón supernova Empaca tus mejores sonrisas Que vamos a dejar la ciudad Un cielo pintado por Da Vinci Y las estaciones de Vivaldí Usa los cordones de tus zapatos Para amarrarnos al aire Desde la cintura Escapa conmigo en el ocaso Que la noche no se hizo para dormir Dejemos la ciudad, Para no volver nunca más Un lugar donde no exista mañana.

La Luna y el Mar

Me desperté y ya se había ido, la cama seguía desarreglada, la luz del sol reflejaba la botella de vino vacía sobre el escritorio, donde todo empezó. Mi cabeza era una montaña rusa y mis ojos apenas veían formas y colores, no percibía el tiempo ni el espacio. — corre nena, corre — eran las palabras que sonaban en mi mente, y el aroma a mujer estaba por toda la habitación, su aroma. Las manos me pesaban — ¿fue real? — y los pies me dolían, caminé demasiado para llegar hasta aquí, nos metimos al mar en plena luna llena y ella le cantaba a la luna, decía que estábamos en la ciudad de las luces que mi mundo eran las letras. Majestuosa criatura, me ocurrió, un sueño, la madrugada se estaba burlando de mí, la máquina de escribir me hablaba, — no me quiero mover de aquí, aún su fragancia esta en mi cuerpo ¿y si decide volver por su brasier? —

Desnúdate que Dante esta aquí.

La desnudé con la mirada la primera vez que la ví, imaginé sus pezones en mi boca, con esa falda que le colgaba hasta las rodillas, —que hermoso es vivir— eran las palabras que salían de su boca, junto con preguntas que no me interesaban contestar —¿por qué no te dejas llevar?   No le interesa vivir a quien ya está muerto — aquí vamos otra vez, vamos a arder, jugando a ser víctima siniestra de la humanidad, solo buscaba meterme entre sus piernas. Le parecía dulce ver que estaba hecha nada, me tomé píldoras para dormir — otra vez, otra vez, aquí vamos otra vez— partes de mi cuerpo que había olvidado, destripame Jack y márchate después, aquí no hay policías, no hay ley,  Morgana, tus manos llenas de espinas, clávalas en mis brazos, hazme sangrar Otra vez. —¿Van Helsing? Dame esa estaca, que yo misma le atravesaré el pecho, ahí está vacío, aquí todos estamos muertos, si te topas con la melancolía de Nabokov dile que te cogiste a todas sus Lolitas ...

Leeme una historia que estás lloviendo.

Que de tus labios salgan palabras estruendosas, llenas de fervor, que ardan; que me quemen el lóbulo.  Nadie pregunta nada, somos el oxígeno que enciende el fuego como tu aliento apenas sostenido, mientras mi lengua se pasea por tus pechos, mis manos esculpen tus muslos, mármol; cuenta la historia de vaqueros más alto que no te escucho, los gemidos opacan el recitar sinsentido, tus manos se muestran subversivas.  Mientras afuera el sol enardece el pavimento, adentro tú estás lloviendo, empapame los labios que me seco, lléname la boca de tu esencia mojame a cántaros las sábanas anhelan las marcas de tus manos, que las aprietes asfixies la almohada y la curva de tu espalda sea puente de mis ganas. Atada contra la pared sin pudores ni cadenas me hablas de Gardel, ven y pierde la cabeza nena —como Van Gogh por aquella puta a quién le regalo su oreja, debió conocer a Bukowski, él le habría aconsejado una mejor manera; dinero, mamadas mañaneras, ...