Un lugar.

¿Dónde se esconde el matiz inefable que habita mi pecho y tu alma?

Vivimos de las caricias
enmarcadas en nuestra piel
tus lunares que forman galaxias
nuestros ojos
estrellas fugaces
tu vida y la mía respirandolo todo
te pienso y me miras,
en canciones
que nombran Iglesias y sacrificios,
el Edén y la falta de juicio
la locura de amarte en cada silencio
en cada noche que no cogimos
pero reimos, lloramos, cantamos
me has odiado, pero te has quedado

en cada suspiro una polilla se sacude las alas, se agitan las mariposas y se asoma el alba,
al pasar por tu lado
en cada acera tu mano en la mía
como dos niñas con suma alegría

¿quien me dice
que esto no es amor
si al cogerte te estoy amando,
y te estoy amando al cogerte?
Porque me has enseñado que la vida es más que un par de tetas, que el pecho sirve para algo más que usar sostenes.

Aquí cuando fallamos
el abismo nos saca los pulmones
en cada grito estruendoso,
si vamos volando y el viento
nos favorece
llegaremos al lugar
que sólo tú y yo conocemos
ese lleno de flores, vinos, bailes
mis poemas y tus canciones.

La vida es más que encontrar
que buscar, que tener, que correr,
es perder la gravedad
y dejarte caer,
donde a veces vive la tristeza
nos visita la paz,
no busco tu estela,
las aves son libres
cantan advirtiendo lluvia,
y se acurrucan entre las cornisas
y las cataletas, pero no dejan de cantar juntas.

Vuela, volemos
que la curvatura de tu espalda
seguira siendo
a la medida de mi pecho.

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