cada maldito día

Cuatro días,
dos o tres,
cada espacio inseguro,
cada lugar oscuro,
sombras, matices
y un par de lunas llenas, amaneceres eclipsados
y rocios de primavera,
las rosas en el jardín de la vecina,
las huellas de barro en las escaleras,
los que caminan siguiendo al resto,
como vacas antes de ser ternera
en verano al subir la marea,
cada maldito día,
veo en rostros,
en la brisa que no mueve las palmeras,
cada maldito día es una espera,
una tarde sin cerveza
y un vino que no se añeja,
escribo estas pobres letras
y no sé donde queda
ese lugar recóndito
cuando reímos
sin restarnos luciernagas,
luces brillantes a través de la cortina,
cada recuerdo me golpea,
en la cabeza,
tan fuerte en el estómago
que las ganas de vomitar
me bailan y me marean,
no me pregunto nada,
no pienso y rio a carcajadas,
paz a cuenta gotas
pero me invade la tristeza,
un té para dormir,
y vuelvo a escribir unas letras,
una carta infinita que tal vez
nadie lea,
solo yo,
solo mi sombra,
mientras me pongo mis zapatos y camino por la brasa
que no quema,
mis pies no hierven,
la piel no duele,
nada me hiere,
la vida me arroja navajas, cuchillos y piedras,
yo las recibo
y sigo cuesta arriba,
aunque las curvas
de tus caderas
aquí ya no habitan,
las recuerdo
mientras camino por un sendero
de árboles
que lloran flores rosadas,
lágrimas que caen
adornando las aceras,
las calles y las avenidas,
veo los autos lujosos
y los edificios altos,
niños comiendo helado
y que tú no estás a mi lado,
cada maldito día.

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