Entre Eros y Apolo

Me duele el pecho
Como si un puño entrara por mi garganta
Directo a mi estómago
Como si me arrancaran la piel
Como si me clavaran espinas en los ojos
Me duelen las manos,
Me duelen los pies
De tanto correr.

Intentando alcanzarte con la punta de mis dedos
Caí por un abismo,
Me columpie entre rocas y escombros, cave hoyos, me desgaste las rodillas, perdí mis uñas, mi aroma era la melancolia y nunca deje de caer.

Me senté en tu mesa
Y no me diste de comer
De tu manantial no me dejaste beber
Aun sabiendo que moria de sed,
Me dejaste sorda, muda sin poder decir ya palabra,
Me dejaste caer desde lo más alto de tu montaña rusa.

Escale,
Nade en mares,
travesé ríos,
Morí de hambre en medio de la nada,
Me congele a la intemperie de la noche,
Yo lo ví, yo estuve ahí,
Cuando mi espíritu jamás se doblegó ante nada
Hasta que te conocí y me envenenaste con tu piel,
Con el océano de tu amor,
Huiste mil veces y te espere,
ya no espero más.
Pero lo volvería a hacer
Todo de nuevo, por ti.

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