Las Baladas de Sofía (Sexta Balada)

Entonces fue ahí cuando Sofía empezó a dudar, sintió dudas
acerca de lo que sentía por Siena, no podía definir si lo que sentía era real o
estaba desesperada porque algo en su vida finalmente funcionara, de una manera
u otra, al escuchar a Siena decir esas palabras no pudo hacer otra cosa sino
abrazarla y la reconforto diciéndole que no iba a decirle que la amaba de
vuelta solo porque ella acababa de decirlo, esto solo dio paso a esperanzas,
cuando ya una parte de dos sabía que era hora de deternerse antes de herir a
quien no lo merecía.
Una de esas tardes en las que la brisa sopla y sopla como si
un gigante estornudara en medio de la ciudad, iba Siena caminando a una cafetería
a pocas cuadras de la casa que compartía con Sofía, a comprar su acostumbrado
Latte de Vainilla de las tardes, cuando sin esperarlo alguien la saluda
furtivamente, ella algo perdida no sabia distinguir quien era aquella hermosa
mujer, sin embargo la saludo de vuelta, esta le hacia señas que se acercara,
con su café en mano se acerco hacía esta desconocida mujer, resulto ser Vanesa.
Sofía recién llegando a casa con excelentes noticias, le habían
ofrecido un temporal en una galería de arte como curadora, esto no podía ser
mejor, claro que debía recortar gastos, pero finalmente haría lo que quería
hacer, lo que le apasionaba o al menos se acercaba mucho, mientras esperaba a
Siena se bebía una copa de tinto para celebrar, se hizo un poco de noche y se
quedo dormida en el sofá, la despertó un ruido que venia de los pasillos, eran
risas, era Siena, pudo escuchar que no venia sola, apenas podía entender a
Siena balbuceando palabras, se acerco al ojo mágico de la puerta y no creía lo
que veía, por el pasillo Vanesa traía a Siena a cuestas con cierto grado de
alcohol, notablemente una más que otra, Sofía abrió la puerta sin creer mucho aún,
Vanesa la miro con esa sonrisa que hermosa que la caracterizaba, que la hacia
diferente al resto, entre tanto Sofía tomo a Siena quien buscaba besarla pero en
ese estado solo consiguió babear la almohada.
Sofía salio de acostar a Siena y Vanesa no estaba, salio
detrás de ella por el pasillo y le ofreció el sofá y se lo vendió como muy cómodo.
Vanesa la miro con ojos de si, pero rechazo su oferta
-
¿Por qué no?
-
Porque no me parece Sofía.
-
Pero no lo entiendo. ¿Qué tiene que te quedes en el
mueble? ¿Tienes algo que hacer muy temprano o te esperan en casa?
-
En realidad no, nadie me espera en ningún lado, soy yo
quien sigue esperando por alguien y es muy extraño.
-
¿Por qué? O mas bien, ¿Por quien?
-
Sofía debo irme, no es el momento ni en lugar para
hablar de esto.
Sofía no supo más que hacer que tomarla del brazo.
-
¿Sofía que te pasa? Déjame ir.
-
Ya lo hice una vez y me estoy debatiendo entre si debería
hacerlo de nuevo.
-
¿De que hablas?
-
Sabes de que hablo Vanesa. ¿Por qué nunca me buscaste
para decirme que te no te irías?
-
Porque sabía que solo sería otra más de tu lista, jamás
espere más de ti, si me iba o me quedaba, solo tendríamos ese fin de semana y temía
que si te decía que nunca me fui no te importara y decepcionarme. Prefería
mantenerte en mis buenos recuerdos.
-
Vanesa no puedo mentirte, no se que hubiese hecho si
hubiese sabido que nunca te fuiste, pero al verte la otra noche, lo supe, nunca
deje de pensar en ti, al verte solo quería besarte.
-
Y Siena?
-
No lo se.
-
¿Que no sabes?
-
Nada. Solo…
-
¿Solo que?
-
Solo…
Sofía miro los labios de Vanesa y la tomo como si fuese
suya, la beso de una manera que jamás se imagino, sintió algo que jamás creyó
sentir jamás, no sabía lo que era pero estaba maravillada, entre besos jugaban
con sus miradas, con sus manos, se comían a besos entre sonrisas, era como si
dos conocidas fueron extrañas durante mucho tiempo.
Sofía acompaño a Vanesa hasta su auto, tomaron las
escaleras, siete pisos que se hicieron tan cortos como si hubiesen sido dos,
esa sensación que te invade cuando disfrutas tanto un momento que se vuelve
algo tan breve como un suspiro, aunque fue suficiente para concretar un
encuentro.
Amaneció y con el sol llego la resaca de Siena y una nota de
Sofía diciéndole que había caldo en la estufa y café en la cafetera que la vería
para el almuerzo, iba a hacer unas compras y a visitar a su papá, Siena sonrió
ingenua, aunque estaba algo perdida, era sábado y normalmente Sofía se sentaba
a investigar las presentaciones teatrales y musicales de la noche en la ciudad,
se dirigió a la cocina por esa taza de café, al percatar la hora se fijo que ya
era muy tarde, así que llamo a Sofía, quien no contestaba, decidió llamar al
papá de Sofía y este le dijo que si había estado con él en la mañana pero eso
fue hace horas, Siena empezó a extrañarse, Sofía no era de esas que se desaparecía,
pensó que quizás algo le había sucedido, llamo a sus amigos a ver si estaba con
alguno, llamo a media ciudad que la conocía, menos a su mamá para no preocuparla,
como no obtuvo resultados, se ocupo de hacer cosas en la casa, recogió un poco,
sacudió, cocino, pero no podía evitar pensar en que lago podía haberle
ocurrido, entre las estelas que dejo la noche anterior de alcohol, se dio el
segundo baño de la tarde y se sentó en el sofá para intentar ver un poco de TV
y distraer la mente, esto solo la llevo a dormirse, finalmente escucho las
llaves en la puerta
-
¿Sofía? ¡Sofía!
Efectivamente, Sofía entrando por
la puerta
-
¿Estás bien?
-
Si!
-
¿Dónde carajos has estado?
-
Con mamá comprando unas cosas ¿Qué pasa?
-
Te he llamado todo el día Sofía. ¿Acaso crees que soy
tan estupida?
-
¿Pero que pasa Siena? ¿Qué pasa contigo?
-
¿Con quien estabas?
-
¡ya te dije! Si quieres llamas a mi mamá. Además yo no tengo
que darte explicaciones de todo lo que hago.
-
¿Ah no?
-
NO! Yo no estaba haciendo nada malo Siena. ¿Has estado
llorando?
-
Si! Pensé que te había pasado algo malo, no me
contestabas, tu papá me dijo que estabas con el y ya no sabia de ti.
-
No, no sabia de mí porque mi teléfono se quedo en su
casa. Podrías deja de pensar cosas malas, ya estoy aquí, estoy muy cansada, no
necesito esto ahora.
-
Sofía pero pudiste llamar.
-
Siena, ¿Que hiciste ayer? ¿Acaso no fuiste a beber vino
no se con quien y yo que hice? ¿No te di tu espacio sin preguntar? ¿Acaso no
llegaste en manos de Vanesa?
-
Tienes razón mi amor. Perdóname.
-
Está bien. Solo quiero dormir.
-
¿Quieres que entre contigo?
-
La verdad, no. Está noche no.
Siena se quedo ahí, perpleja, sabia que algo estaba mal, podía
sentirlo, Sofía nunca había sido tan distante, no desde aquella vez en que casi
todo termina, pero decidió no sobre pensar, decidió no creer que algo malo sucedía
ni que estaba por suceder, se dirigió a la habitación, ya Sofía estaba en la
cama con la laptop sobre sus piernas, quizás enviando un mail o leyendo o quien
sabe, Siena se le acerco y empezó a besarla, a pasar sus dedos entre los
cabellos de Sofía, le cerro la portátil, la tomo, se sentó en sus piernas, colándola
en la mesa de noche, empezó a besarla, Sofía trataba de decirle que no quería,
Siena le dijo por favor, Sofía no pudo decirle no más.
Siena esa noche le mostró a Siena el alma a través de su
cuerpo, se lo entrego tan puramente, como diciéndole aquí estoy, soy tuya, no
me dejes, no te vayas de mi.
El otro día llego y Sofía estaba ahí, dormida en su lado de
la cama, Siena sentía que eran kilómetros, se acerco a abrazarla y Sofía en una
expresión de rechazo le dijo que tenía sueño, que la dejara dormir. Siena sintió
el rechazo continuo por días, Sofía actuaba fría, sin besos de buenas noches, sin
cafés comunes de buenos días, sin tardes espontáneas, apenas le comento lo del
temporal en la galería y esa era su razón para no estar en casa y estar distraída,
por todo discutían, Sofía solo sabia irse y Siena solo sabia quedarse a llorar
hasta que Sofía decidiera volver.
Sofía sabía que estaba actuando mal, tenia una semana de
amorío con Vanesa, Vanesa empezaba a exigir más atención, Siena explicaciones,
Sofía solo quería estar tranquila y disfrutar hacer lo que quería de verdad, un
día camino a casa lo decidió finalmente, al llegar a casa, Siena tenia maletas
preparadas y estaba sentada en el sofá esperando por ella.
-
¿Que es esto Siena?
-
Llegas a tiempo, un minuto más y no me encuentras.
-
¿Adonde vas?
-
A casa.
-
Pero…
-
No hay pero Sofía. Es lo mejor.
-
¿Por qué haces esto Siena?
-
Porque no se que te pasa y no puedo hacerme daño de
esta manera. Estoy cansada de llorar, de esperar, de creer, estoy agotada y se
que tu también lo estas, nos conocimos siendo libres y ya no me siento de esa
manera, me siento amarrada a algo que no eres tu, me siento amarrada a la falsa
ilusión de que esto será para siempre cuando ambas sabemos que estamos en coma.
-
Los siento Siena. Quisiera decirte que te equivocas,
pedirte que te quedes y prometerte mil cosas, pero no sería lo correcto.
-
No, esto es lo correcto.
-
¿A dónde vas a ir?
-
Con mamá y luego alquilare algo por mi cuenta.
-
Pero quédate conmigo hasta que veas que hacer.
-
No, eso no ayudaría. Luego envió a alguien por el resto
de mis cosas.
-
Déjame acompañarte y ayudarte con las cosas al menos.
-
Está bien.
No hubo palabras, el ascensor se volvió el viaje más largo y
silencio, solo supieron abrazarse y decirse adiós.
Sofía al subir al apartamento, no podía creerlo, simplemente
no podía, se sentía cobarde, pudo haber sido sincera, pero no quería permitir
que Siena la odiara, no tenia la culpa de sus errores, los días próximos se
enfoco en su trabajo, ignoro a Vanesa y Siena la ignoraba a ella, no atendía
sus llamadas, sus textos ni sus mails, así transcurrió casi un mes. Sofía
estaba sola de nuevo, llevando extrañas a su apartamento, no podía evitarlo, no
podía dejar de bailar al son de un cuerpo de mujer, de sentir el éxtasis
insaciable de acariciar a una extraña, sabía que tenia un problema, así volvió
al terapeuta, paso otro mes en el que no supo nada de Siena y Vanesa no supo
nada de ella.
Tres meses pasaron y Sofía decidió llamar a Vanesa, pero
solo le atendió la noticia de que Vanesa se había ido, esta vez, si se había
ido.
Cinco meses pasaron y Sofía ya no era temporal, era la
curadora de la Galería
de arte más codiciada de la ciudad, no podía sentirse mejor en su vida profesional
y en su meta personal como amante del arte, sin embargo algo no estaba bien en
su vida emocional, no obstante, un DIA camino al café, su teléfono suena donde
le dan la noticia que su mamá ha sufrido un infarto fulminante.
Sofía pudo confirmar como nada es eterno, como siempre habrá
infortunios cuando menos lo esperas, nada esta garantizado, mucho menos las
personas, todas se terminan marchando y antes de que lo hagan prefiere hacerlo
ella antes.
Llego el día del funeral y Sofía no se explico como pero ahí
estaban, todas, Samanta, Ivana, Sabrina, Siena, Vanesa y otras más, otras
tantas que bailaron al son de la melodía encantadora de Sofía.
Sofía las miro de lejos, ahí, de pie, pero no se acerco jamás,
no mientras ellas estaban ahí, el sepelio termino y con el, la visitas
predecibles y las inesperadas. Se acerco a la tumba fresca de su madre y le
coloco una rosa blanca, pintada en un pergamino, una lágrima recorrió su
mejilla y sin más, se marcho.
En la galería le ofrecieron un traslado a Sofía, por su
excelente gusto y habilidades, le ofrecieron irse a New York, a estudiar en una
prestigiosa escuela de arte para que terminar su carrera con una beca que fue
bien ganada, no lo pensó y se marcho, tomo el primer vuelo.
Sofía tenia meses que no salía con alguien, así que al
tercer día en New York, decidió salir por un trago en un bar a dos cuadras de
donde vivía, entro y se sentó en la barra, pidió un vodka en las rocas, al otro
lado de la barra estaba una mujer hermosa que no dejaba de mirarla, pero Sofía
no tenia ánimos de conquistar, solo quería disfrutar sus tragos, al terminarse
el trago, el barman le dio otro, el mismo sin que ella lo pidiera, y le dijo
que era de parte de la mujer de la esquina, Sofía levanto el vaso exclamando
gracias, y no pudo evitarlo, con un gesto de manos le pidió que se acercara, la
mujer no hesito, no pudo resistirse a los encantos de Sofía y se le acerco
-
Hey!
-
Hey! Como te llamas?
-
¿Realmente importa?
-
No. ¿Quieres salir de aquí?
-
Si. ¿Traes auto?
-
No. Pero vivo a dos cuadras de aquí.
-
Está bien. Vamos.

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