Turista en Maracaibo
Era una simple viajera, sin
saber que un día caminando por las colinas de las habitaciones desoladas de
adolescente desesperadas llegaría a una habitación llena de pinturas, de esas
que te alimentan el alma, con complejo de sabiduría ilimitada disimule el
asombro cual niña en su primera feria de verano.
Al entrar a aquella habitación, empezó a sonar una canción de los setenta, una de mis favoritas, era
como si me conociera, como que sin darme cuenta estaba siendo espiada, el pánico
me invadió por unos segundos, mis labios solo quería volcarse en los suyos, ese
era mi único plan y lo que eso incluía, sin saber que implicaba ese hecho,
quería marcharme de ese lugar, creía que era lo correcto, pero había algo en su
manera de ser que me invitaba a quedarme y me quede, mas tiempo del que debí,
me quede, admirando su magnificencia, me quede, en lugar de salir corriendo
cuando sabia que tenia que hacerlo en ese momento.
Hubo un momento que pensé en
apagar todas las luces, hasta las de mi interior y danzar en aquella
habitación, que el instinto nos guiara a donde mi cuerpo quería llegar, pero no
podía, su belleza no podía apagarse, era más grande que todo lo demás, el resto
de lo que sucedía se desvaneció en aquel lugar.
La cama permaneció más sola
del tiempo del que estaba destinado a estar, pero ¿Qué iba a saber yo del
destino y sus juegos? En el momento que cruce la puerta lo impredecible fue el
protagonista, seguido de su belleza, había algo en ella que impulso a quedarme,
cada parte de mi la deseaba pero cada parte de mi quería salir corriendo.
Ella era de esas que se
sientan en la alfombra de su habitación a escuchar música, a leer novelas de Jane Austin, de esas que
dibuja rosas en las esquinas de los cuadernos y mariposas acuarelas para enmarcarlas en las paredes, junto a los posters de
ciudades a las cuales sueña visitar, que ingenua, pensé, yo estaba maravillada,
pues la conocí en una noche de tragos en un Café, al que frecuentaba de vez en
cuando con mis amigas cuando estaba cerca de aquella calle milagrosa, siempre frecuentaba la misma gente, a pocas horas de llegar y con los tragos previos afectando mi juicio sobrio, bailando torpemente alguna canción que sonaba en
ese momento, quizás era un electrohouse o alguna canción de cultura pop, ese detalle se me escapa, mi memoria a
veces falla, pero aun así recuerdo como la mire fijamente cual acosadora, miraba
como ella bailaba, como se movían sus cabellos, que por pocos centímetros llegaban a la a la
cintura y ella ni siquiera me notaba, el mundo podía acabarse en ese instante y para ella, yo simplemente no estaba ahí, me la
tropecé un par de veces en el baño pero me acobardaba y la ignoraba.
Mas tarde se
acerco a la barra a pedir una ronda de tragos, Guillermo, quien es en realidad el Dj del lugar, estaba
de barman ese día, lo recuerdo, porque ya lo conocía, había estado saliendo con una de mis amigas, ella tenia rato esperando
que Guillermo la notara, pero el estaba al otro lado de la barra embelesado con mi amiga María, típico. Me arme de valor y me le acerque, le dije que el barman era un idiota, pero que en cualquier momento la atendería, que
esperara un segundo que yo iba a despegarlo de mi amiga, ella solo sonrío y asintió, creo que fingió haberme escuchado, mientras iba a hacer lo que me ofrecí, al voltearme ya no estaba ahí, creo que la impaciencia gano y volvió al lugar donde estaba con sus amigas.
Guillermo decidió hacer su trabajo,
le pregunte que bebían ella y sus amigas, que me sirviera esos tragos para
llevarlos hasta su mesa, debía intentarlo una vez mas, cuando me dirigía a ella
con los tragos en la mano, a medida que me acercaba, notaba su nerviosismo, se
levanto de un golpe y empezó a bailar con lo que parecía era su cita, la manera
en la que bailaban me hizo pensar eso, de igual forma le entregue las bebidas, a una de sus amigas, que ofreció darme el dinero, le dije que no importaba, que lo
consideraran una disculpa de Guillermo por hacer esperar a su amiga, me invito a sentarme con ellas, hablaban de
cosas como zapatos, carteras y coreaban canciones de Lady Gaga, lo que me hacia
permanecer allí sentada, era verla a ella, de vez en cuando su mirada se
cruzaba con la mía y yo sentía que aun había oportunidad, su amiga me invito a
bailar y no me le negué, pues no estaba nada mal, bailamos un rato, al parecer su amiga quería algo mas,
pero yo quería era con ella, me disculpe y volví con mis amigos, bebí
unos tragos mas y decidí que ya era hora de irme, ninguno de mis amigos pensaba lo mismo, solo María me recordó que nos íbamos el domingo, le pedí a Guillermo que me llamara
a algún taxi de confianza que esperaría afuera.
Sentada afuera del bar, aun
la música podía escucharse, sonaba “Fuck
Me Pumps”, que conveniente, - “And
the men notice you , with you Gucci bag crew” - , en ese momento llego mi
taxi, cuando voy caminando hacía el, escucho que gritan mi nombre, al voltear,
era ella, mi cara fue un interrogante mas grande que el Empire State Building,
se acerco a mi corriendo. –se te quedo esto - , era mi teléfono celular, al
parecer lo había dejado cuando me senté junto a su amiga, le agradecí-. -¿Ya te
vas?, me preguntó. –Si, debería. -¿Tan temprano? -Si, debo viajar el domingo y necesito arreglar maletas. –Bueno, yo debería irme también, pero mis
amigos no quieren irse aun-. El taxi
tocaba la bocina en señal de que debía subirme a el ya, eran cerca de la una de
la madrugada, le dije que si quería podía irse en el mismo taxi conmigo, por mi
no habría problema, -¿no te molesta?-. –no, por mi esta bien, ¿te vas?-. –Si, déjame
ir por mis cosas.- Mientras volvía adentro del bar por sus cosas, se volvió y me gritó –No
te vayas a ir sin mí-. Y me sonrió, lo hizo de una manera que sin importar
cuanto efecto de alcohol podía haber en mi sistema neurológico, jamás podre olvidar, eso
me conquisto y pensé que si seguía sonriéndome así, seria capaz de esperarla mucho tiempo, no tardo ni diez segundos en volver, se subió al taxi
primero que yo, me dirijo a subirme al asiento de adelante, realmente no tenia
cabeza para movimientos de conquista, pero para mi sorpresa me pidió que me
sentara en la parte de atrás con ella, íbamos muy calladas, ella iba revisando sus redes sociales en el teléfono, se oía la
radio localizadora del taxi, la voz de una mujer hablando en códigos, se hizo
en el cabello una cola y cruzo los brazos, me dijo que tenia frío seguido me
pregunto si yo tenia frío, eso era en lo que menos pensaba, le dije que la
verdad no, recostó su cabeza en mi hombro y se fue metiendo entre mi cuello,
tomo mi mano y me empezó a besar, ¡Oh! Que buen beso ese beso, las cosas
empezaron a calentarse en la parte de atrás del taxi. ¡Que bello eres Maracaibo! pensaba, entre otras cosas.
El taxista irrumpió aquel momento, pregunto a donde
nos dirigíamos, le dije a donde iba a yo, ella me dijo que era lejos de ahí,
que ella vivía unas calles mas adelante detrás de unos edificios que logras ver
cada que pasas por la Plaza de la República, cuando íbamos acercándonos
a su destino, me pregunto que a que hora me iba el domingo, -En horas de la
tarde. Le dije, -¿Y mañana que harás?-. –Nada, solo arreglar maletas ¿por qué?-. Me miro de una
manera que no fue necesario decir nada mas, hubo un silencio tímido. Llegamos a
su casa, abre la puerta del taxi, se baja, se dirige al asiento del conductor, le
paga, vuelve hacia mi, – ¿Entonces?
¿Te vas a bajar?, Mis ojos se abrieron como nunca antes, sin dudarlo
mas me baje.
Mientras caminábamos hacia
la puerta de su casa, pensaba que fue muy fácil, que ella era otra mujer fácil que
conocí en el Café, era una casa familiar, muy bien decorada, hermosa, pero le faltaba ese aire acogedor de hogar, estaba pintada de blanco con muebles de cuero negro, fuimos a la cocina, apenas
pude detallar, me ofreció algo de tomar pero ya había perdido las ganas de
seguir bebiendo, solo tome un poco de agua, nos dirigimos a su habitación y ahí
fue, al cruzar la puerta que todo lo que pensaba de esta hermosa mujer cambio,
era la habitación de una persona distinta a sus amigas, si habían muchos
zapatos, muy desordenados para mi gusto, carteras por doquier y un afiche de Arjona noventero detrás de la puerta, pero había un aire
que te abrigaba y no era la cobija de corazones sobre su cama, ni el cuadro de
Venecia en verano, en la cabecera de la cama, era algo mas, algo que sus ojos me daban en
el bar.
Eran alrededor de las tres de la mañana, había pasado horas con ella en su habitación y solo
tenia el beso de la parte de atrás del taxi, no me molesto en conocer las
anécdotas de su vida privada, como que una vez se cayo de su bicicleta y le quedo una cicatriz en el codo derecho, no me molesto saber que estaba esperando el titulo de arte de LUZ, me encanto saber que amaba las películas de Gene Kelly y que su mamá y su papá se habian conocido en alguna fiesta patrimonial en Guasipati, fue todo lo que me dijo de sus papás y la verdad no quise preguntar, me habló de sus anécdotas amorosas, de esa vez que le fueron infiel con su mejor amiga, no me molesto escuchar algunas de
sus canciones favoritas, leer los títulos de su biblioteca, escucharla citar a
Neruda y su odio contra la crueldad animal, escucharla hablar de Dios, de los
cosmos, del amor, nada de eso me molesto, pero todo ese tiempo pensaba en continuar lo que empezó en el taxi, suena básico, pero era lo que quería, la mañana nos encontró sentadas
en la alfombra al borde la cama, en mi se notaba que tenia sueño, puesto que el
día anterior, no había dormido nada, ella lo noto y me pregunto que si tenia
sueño podía dormir, entendí eso como que era hora de marcharme, pero me dijo
que durmiera en su cama, al menos unas horas, que no me fuera todavía, cerró
las cortinas de la habitación e hizo que desapareciera el día, me acosté y ella
se acostó junto a mi, coloco mis brazos sobre ella y entrelazo sus piernas con
las mías, y a mi el pánico me iba invadiendo hasta las rodillas, ¿Que hacía yo solo durmiendo con esta bella mujer? pensé, pero el sueño me ganaba la pelea, ademas estaba increíblemente cómoda.
No recuerdo en que momento
preciso me quede dormida, pero solo fue durante unos minutos, pensaba en
que en unas horas debía irme y que no podía desperdiciar esta oportunidad, empecé a
besar su cuello ¡Que hermoso cuello! y su olor, ¡Que olor! ella estaba espalda a mi, empezó a moverse, lo que me indicaba
que también quería, con su mano me tomaba y me pegaba mas a ella como queriendo una fusión, se puso frente a mi y me dijo –Pensé que nunca lo harías-.
Eso incremento mi deseo, empezamos a besarnos como desde hace tantas horas
quería, se subió sobre mi, se quito la camisa, se desabotono el jeans, y se despojo del pudor, acto seguido me despoje yo del mio, solté su
cabello y el broche de su sostén, ahí estaba ella, sobre mi, con solo una pieza
de ropa interior, que no tardo mucho en dejar su sexo solo para mi, ahí estaba
yo con ganas de fundir su piel con mía.
Su piel era blanca como el
azúcar, sus ojos eran de miel, su cabello largo y castaño, mi tipo de mujer, sus labios finos y
suaves, que cuando los besaba sentía que flotaba en una nube de algodón, besé
cada centímetro de su cuerpo, mis dedos conocieron la textura de su piel, los sonidos que salían de ella eran tan gloriosos como ver una flor nacer en
primavera, no había en el mundo nada mas que ella y yo, conociendo el placer,
sus manos viajaban a través de mi cuerpo como nómada por las calles de
Compostela, en aquella habitación llovía cual diluvio en Venezuela, el agua
recorría los canales de las sabanas, inundo la cama e hizo que flotara, mis
piernas terminaban donde comenzaban las suyas, y sus manos ¡Oh! Que manos, tan
suaves y sublimes, como un musical de Broadway.
Y así nos consumimos los
cuerpos, nos desgastamos los labios, pasaban las horas, entre descanso y ganas insaciables, no sabia cuantas horas habían pasado, ahí,
acostadas, nos mirábamos a los ojos, no debía quedarme tanto tiempo, me lo
repetía en mi cabeza, me moví e hice para levantarme de la cama, me jalo de la
mano y me dijo –No lo hagas.- Y me miro con esos ojos, que me invitaban a
quedarme ahí por siempre, el pánico me invadió, abrí las cortinas y ya era nuevamente de noche, no pude evitar apreciar su hermosa desnudez y volví a la cama. -¿Tienes hambre? me preguntó, le dije que me moría de hambre y de sed, se levanto de la cama, se puso mi suéter, por cierto, le quedaba de maravilla, creo que lo hizo a propósito, creo que todas hacen eso a propósito, por alguna razón que desconozco, mis suéter suelen quedarle mejor a otras mujeres, quizás sea alguna fantasía inconsciente.
Me levante detrás de ella, le dije que necesitaba una ducha, mientras ella preparaba algo en la cocina, me metí en la regadera, ahí estaba yo, duchándome, cuando debía estar haciendo maletas, para irme el día siguiente, pase mis manos por mi cabeza mientras el agua lavaba mis preocupaciones, mi pánico, mi temor y se los llevaba por en caño, ella sin pedir permiso se metió conmigo, le dije que así seria capaz de bañarme cada segundo de mi vida, y ella me sonrió, -El agua es vida, si nos bañamos de a dos, nos ahorramos muchísima.- Que encanto de mujer, pensé.
Nos bañamos, sorprendentemente solo eso hicimos, salimos de la habitación, fuimos la sala de estar a comer y ver alguna película, cual pareja de recién casados en su luna de miel, el resto del mundo simplemente no existía, ahí, abrazadas en el sofá de cuero negro, bajo las mantas, sucedió lo que había venido sucediendo hace horas, solo que esta vez nos miramos fijamente a los ojos todo el tiempo, fue diferente, habíamos descubierto la clave del placer que sin buscarlo, se ligo con lo romántico, sentía un susto dentro de mi, algo en el estomago, sin embargo no me detuvo, nunca vimos la película, no se dijeron mas palabras, la mañana nos atrapo esta vez en el mueble de su casa.
Volvió a mi el temor al sol en cama extranjera o mueble en este caso, también el hecho que debía
irme, debía subirme al avión, debía volver a casa al otro día, ella no sabia eso, en todo
el tiempo en lo poco que hablamos, jamás le dije que solo estaba en esa ciudad por
trabajo, que debía volver a Valencia, a muchos kilómetros de donde estaba,
nunca se lo dije. Me levante de la manera mas discreta que pude pero no pude evitar observarla, bese su frente y me levante, me dijo
–¿Te das cuenta que ya no hay vuelta atrás? , tocaste tierra con tus pies.
-¿Qué significa eso? –Significa que ha terminado y que te vas. –Debo hacerlo.
Aun cuando quiera quedarme, aun deseando hacer de este lugar un universo
contigo adentro, debo hacerlo, debo irme. -Lo sé y lo entiendo.
Mientras me vestía ella salia y entraba a la habitación con mi suéter puesto, termine de arreglarme, no encontré una media, así que
guarde la que tenia en el bolsillo de mi pantalón, al salir de la habitación, ella estaba en la cocina, sin
nada de ropa, nada mas que mi suéter, podía ver como se asomaba la parte
superior de sus piernas, me recordaba que hace unas horas mis manos la tocaban,
tome un respiro profundo y le dije que me abriera la puerta. –Aun puedes quedarte un rato mas-.
Me dijo. -Si me quedo un rato mas, no me iré. -Eso no es problema, quédate si quieres una semana, un mes.
Al ver el reloj, note que me
quedaba unas hora para ir al hotel por mis cosas y llegar al aeropuerto, era
domingo, así que no había trafico, sin embargo el ritmo de Maracaibo me
impacienta, sin hablar de su clima, solo quería subirme a ese avión y
llegar a Valencia, había llamado al taxi amigo de Guillermo, mientras esperaba por
el, la veía, caminaba por la casa, como evitándome, como molesta, llego el taxi
y nos dirigimos a la puerta, el corazón estaba acelerado y estaba sudando, no
se si era el calor de afuera, o no me quería ir, no se, era como un susto, ese
que te da cuando sabes que si das un paso mas, el resto se va a quedar atrás.
Le di un beso en la mejilla,
ella puso sus manos en mis mejillas y me dio un beso en los labios, nos abrazamos durante unos
cinco segundos, al soltarla, sin verla a los ojos me subí al taxi. –Cuídate. Gritó,
y le dije siempre me cuido, cuídate tu también, -¡Hey! ¡Tu suéter!-. –Es tuyo
ahora, me lo das cuando nos volvamos a ver-. Que gran mentirosa, ¡Shame on me!
Mientras me conducía al
hotel, no iba pensando en el taxi otra cosa que no fuese que iba tarde, que mis
amigos no sabían nada de mi porque la batería de mi teléfono había muerto, y
que si el avión me dejase, el haberme ido iba a ser en vano, el haber dejado
aquella mujer hermosa con ganas de estar mas tiempo conmigo y yo no puedo
negarlo, también me hubiese encantado repetir una y otra vez los hechos de hace
horas. Era primera vez que estando en Maracaibo quería quedarme un poco mas de
lo planeado, mi amor por esta ciudad no pasa mas de un fin de semana, era
domingo y debía estar el martes en Valencia, pero lo correcto era irme ese día,
llegue al hotel y mis amigas empezaron a insultarme por haberme perdido, pero a
felicitarme porque sabían que me divertía, recogí lo que me faltaba por meter a
la maleta.
Nos llamaron a la
habitación, que nuestro taxi había llegado, mis amigas iban hablando de cosas
triviales y yo solo podía pensar en ella, en sus curvas, en la vista de la
parte de atrás de su cabello, en sus manos delicadas, en sus suaves besos, pero
sobre todo en su sonrisa, una vez que subimos al avión, una de mis amigas se
sentó a mi lado, me pregunto que como se llamaba, que gracioso, me reí a
carcajadas como cuando vas por la calle sola y recuerdas un chiste, no podía creerlo,
nunca le pregunte su nombre, habíamos hablado durante horas, y nunca le
pregunte su nombre, conocí su sexo, lo que le gusta en la cama, qué la hacia
gemir, y no supe su nombre.
Mi amiga me dijo que yo era
un caso perdido, lo peor es que no era la primera vez que no recordaba el
nombre de alguna mujer con la que había intimado, solo que esta vez, nunca
se lo pregunte, hable y baile con su amiga, ella supo mi nombre y ¿y yo? Que
imbécil me sentí durante el viaje, le di mi número para que me llamara ella
porque mi teléfono estaba muerto, de modo que no había manera de contactarme
con ella, debía esperar que ella lo hiciera, que idiota fui.
Llegue a casa, conecte mi
teléfono y encendió, llamadas, mensajes, mails, y ninguno de ella, nada, en
pleno siglo XXI y no tuve la habilidad de mantener el contacto con ella, pase
días hallando la manera de encontrarla, me desconocía, volví a Maracaibo con una
amiga, fui a hacerle compañía, pero mis intenciones era ir al Café aquel, estaba Guillermo,
le pregunte si la había visto, me dijo que no la había visto mas por allá, que
a sus amigas si, que la próxima vez, cuando las vea, les preguntará, al otro
día pase por su casa, llame pero nadie salió, no se, quizás me pasaba que no
poder tenerla sin necesitar saber de ella me carcomía, así pasaron semanas, pero
mi vida continuo como siempre, y fui olvidándome de ella, hasta que un día
mientras lavaba mi ropa, volvió todo cuando vi la media y recordé que la otra
se había quedado con ella, sentí un golpe en el estomago, de impotencia, quería
darme una bofetada.
Al cabo de mes y medio,
recibí un mensaje de un numero desconocido “Tu
media y tu suéter tuvieron mas voluntad de quedarse que tu” tuve
intenciones de llamar pero estaba en una meeting de trabajo, “Si, por unos días desee haber sido ese suéter y quedarme pegada a tu
piel”, le conteste “Lastima que no lo
hiciste, ahora solo ellos podrán quedarse cerca de mi, hasta que un día quizás
decida volver a Venezuela, pero allá no tengo nada”, “¿A dónde te fuiste? ¿Por
qué no me dijiste que te ibas? ¿Cómo que no tienes nada aquí y tu familia?”,
“Cuando vengas a Italia házmelo saber y nos veremos. Debía volver, aquí es
donde pertenezco. Mi familia, mi única familia es mi mamá y se encuentra
conmigo. ¿Decirte? No habría cambiado nada, no te hubieras quedado un poco mas.
Mira como estamos escribiéndonos y apuesto a que tú aun no sabes ni mi nombre. Es como si
nunca hubiese existido. Pero gracias por ese fin de semana, mejor no pudo haber sido.” Me
contestó, que mujer con temple, me
sentí tan idiota al leer ese mensaje. “No es justo eso, es cierto quizás no hubiese
cambiado nada, pero no habría intentado encontrarte hasta debajo de las piedras,
fue mi culpa no haberme interesado un poco mas en saber tu nombre. Pero pudiste
haberme dicho que te irías. ¿Me dices tu nombre?”, “Amanda.” , Que nombre tan precioso,“Ahora el rostro y el cuerpo tienen nombre, Amanda” no me
respondió mas, le escribí muchos mensajes mas, la llamé pero nadie contestó y no insistí mas, como cuando sabes que estas en una calle ciega y de nada serviría si corres hacía ella.
" –Conejo, ¿Cuánto tiempo es para siempre?-.
–A veces es solo un instante Alicia-."
Alicia en el País de las Maravillas
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