Cómo gané mi alma.

Recuerdo ese día, cuando las gotas de lluvia se nos metían entre las pestañas y el café era nuestro mejor momento, cuando nos sentábamos
nos creíamos invencibles, esos días cuando los carros iban a velocidades de luces, entre tus costillas y las mías, reías y el tren volvía a los rieles, los durmientes se sostenían de tus manos.
¡que malditas las estrellas y tú!
Gritas desde lo más alto de la montaña rusa, alzo mis manos y no tengo ganas de  decirte ni una maldita palabra.
Maldito el café, maldita tus ganas de querer volver.

Apenas recuerdo cosas. Aún así no olvido la infeliz que se llevo mis libros de Nietzsche y Kafka, mi diario y mis lentes
Me dejó ciega una semana y me tropezaba con todo a mi alrededor
Maldita la pata de cama que me recordó la madrugada cuando aferrada a ella, llorabas.
Desgraciada estás, sueñes con hadas y te rodeen princesas, no hay salvación para tu alma.
La cerveza sabe a polvo y recuerdo tus besos a través del cristal, labial en el espejo,
Tan inútil como Diego sin Frida, mi intento de estrellar mis puños y romperlos hasta verlos sangrar
Deberías morirte para mí, es lo mínimo que puedes hacer.
Al menos inténtalo
Volverá noviembre algún día, llegará el maldito otoño y tus deseos de morirte se habrán de cumplir.
Recuerdo ese día cuando caminabas hacía mí, las calles se volvían más angostas y me costaba respirar
Las nubes endemoniadas absorbieron las estrellas y las flores que traía se marchitaron.

El tren se ha salido del carril, el túnel está oscuras
Como tu alma, somos perros que danzan en lava, caminando sobre brasas, nada te quema
Nada me hiere

Recuerdo el día cuando perdí todo y mis manos se volvieron de piedra, recuerdo que me gané mi alma.


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